Infancia. Evangelios de la
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   Algunos autores antiguos, y también recientes, ha creído ver en los capítulos iniciales de Mateo y Lucas, que no aparece en Marcos y en Juan, un problema de documentación original y misteriosa que se ha eclipsado en la Historia de la Igle­sia y que se trata de analizar en la actualidad.
   A la luz de la documentación, sobre todo de Lucas (Desposorio de María, Anuncio del Angel, Canto de Zacarías, Canto de María, Canto de los Angeles, figuras de Ana y de Simeón, presencia de los Magos y de Herodes, escena de la pérdida de Jesús en Jerusalén) se plan­tean interrogantes teológicos y arqueológicos que no surgen con el resto de los textos.
  Surgieron desde antiguo dos actitudes ante esta originalidad de la infancia.
      - La primera que no hay que dar ningún significado especial, sino que dependiendo Mateo de Marcos y no viceversa y Lucas de ambos, los datos son naturales y equivalentes al resto del Evangelio. Surgidos al amparo de las comunidades judaicas, los informadores mantuvieron tradiciones arcaicas y los redactores dieron cada uno su forma peculiar al relato: más legal y con más atención a lo judaico Mateo y más literaria y con atención a las figuras femeninas Lucas.
     - Otras interpretaciones han pretendido teorizar excesivamente y han vacilado sobre la realidad histórica de lo que relatan estos textos:
       + Se piensa que fueron redacciones ajenas al Evangelio primero y que tardíamente se incorporaron al texto conservado. Es casi inadmisible a la luz de la crítica interna y del contexto.
       + Se sospecha que son referencias tardías, simbólicas y no reales, las cuales pretendieron reflejar el cumplimiento de las profecías. Es inadmisible también sospechar que son ficciones literarias y composiciones artificiales a la luz de la aceptación primitiva y de su lenguaje.
       + Se dice incluso que se trata de  una primitiva literatura apócrifa incorpora­da por la comunidad cristiana, pero ajena a la entidad evangélica original ya franamente opuesto a la creencia primi­tiva de la Iglesia y a su identidad.
   Sea de ello lo que sea, lo más catequístico es aceptar el misterio de su presencia y origen y asumir la tradición eclesial asumiendo el respeto al texto tan apreciado desde los primeros momentos.